Hace unos días, en una de tantas conversaciones bizantinas de Internet salió el tema sobre los geek o geeky y todos los mitos, verdades y leyendas urbanas que los rodean: que si son gordos, que si son vírgenes, que si son “nerds”, que si son inmaduros, que si hay posers… y lo cierto es que hay una necesidad por definirlos y sobre todo, por saber quién puede considerarse uno y quién no.
En este mundo atascado de etiquetas de nuevo milenio, parece imperiosa la necesidad de pertenecer a un grupo que sea más original y diferente que los demás. De ser un plus por encima de los plus, el original entre los originales. De ahí que mucha gente corra hacia lo que ve de moda, intentando adoptarlo para formarse una personalidad que sea diferente, inusual, poco vista. Y esta gente notó cuenta que los fans del entretenimiento alternativo eran un caldo de rica opción para meterse, esto aunado al enorme éxito y proyección que han tenido los superhéroes en esta década y a la serie The Big Bang Theory, que mostró a los “nerds” y “geeks” como personajes muy “pop” con mordaces respuestas y alto intelecto. Obviamente, todo mundo quiso ser como ellos.
Pero ser geek es algo más que ser un wannabe de Sheldon Cooper con playeras de superhéroes, haber visto todas las películas de Marvel y tener cada Funko que salga. Es un modo de vida, por pretencioso que esto suene.
¿Cómo es un Geek? Orígenes del término y otros misterios
Desde los 70 se comenzó a oír que a ciertos individuos les llamaban “nerds”, en específico, a aquellos dotados de una inteligencia sobresaliente y obsesionados con las ciencias, la tecnología, las ciencias puras y aplicadas y el entretenimiento poco común. Estos individuos, varones en su mayoría, se dedicaban a estudiar y a probar y experimentar con tecnología de su época, sin embargo, debido a su escasa habilidad social, eran vistos como individuos poco capaces y se convirtieron en blanco de burlas y abusos, que los llevaron a un hermetismo todavía mayor. El tema llegó a ser tan popular que incluso se hicieron películas como La venganza de los nerds donde se daba un aliciente a la comunidad, cuando esta comunidad lograba desquitarse de sus abusadores.
Mientras que el “nerd” era un fanático de la ciencia, el “geek” era un fanático más especializado. Alguien que decidía clavarse únicamente en un tema para hacerse especialista en ello. El término “otaku”, utilizado erróneamente para designar a los amantes del manga y el anime, es la correspondencia japonesa a “geek”: alguien que se especializa en un tema a niveles patológicos. Alguien que incluso pierde vida, trabajo y contacto con la sociedad encerrándose en su casa con tal de ser el experto más grande en dicho tema. (De ahí el término “otaku”=“su casa”; ergo=alguien que no sale de su casa).
Europa invadida por una nueva “Cultura”
España, a su vez, comenzó a usar en los 90 la castellanización de “freak”, haciéndolo diminutivo: “freakie”. Pero como España es un país donde todo debe adaptarse al idioma nativo, el término se usó como “friki”. Y se llegó a ver en muchas de sus publicaciones impresas, como Dokan, Ultimate Reports o Minami. Algunas de estas revistas llegaron en su momento al continente americano, el público las leyó… y el término comenzó a esparcirse.
Por otro lado en el basto entorno geeky, tanto los nerds como los geeks son por estereotipo gente apocada, que no socializa, y que gracias a ello, se refugió durante años en entretenimiento que no requiriera de contacto físico o de apertura al mundo general. Es decir: los cómics, las series de ciencia ficción, el cine, el juego de rol, el anime, el manga, etc. De ahí que se relacionen los términos con este medio. Sin embargo, no todo fan del medio puede ser considerado “nerd” o “geek”, ya que la característica primordial de éstos es su alto conocimiento sobre ciencias y tecnología, que muchos de los que estamos en este medio de plano no poseemos. Sin embargo, somos parte del mismo, a veces, de modo profesional. ¿Entonces, qué somos?
La generación de “Nunca Jamás”
Hay aquí una curiosa generación. Los nacidos entre 1970 y hasta 1990. La llamada “Generación X”. Esta generación tuvo un factor que ninguna había tenido hasta el momento:
Una infancia regalada.
Así es. Nuestra generación tuvo una infancia llena de cosas para disfrutar, un paraíso para cualquier geek y que las anteriores no habían tenido o tuvieron de modo más limitado: juguetes fabulosos y coleccionables, cientos de dibujos animados para ver en TV, películas de fantasía con historias innovadoras y fabulosas, música pop, cómics de superhéroes, etc. Fuimos una generación que ya no careció ni por guerras ni por posguerras; y que había sido liberada por los movimientos sociales de los años 60 y el libertinaje de los 70. Los que fueron niños en los 50 quisieron dar a sus hijos una infancia mejor que la que habían tenido. Y vaya que nos la dieron.
Tan genial fue, que por eso, de un modo u otro, no quisimos abandonarla y nos aferramos a ella. Todo lo que vimos, leímos, escuchamos y digerimos nos formó de un modo. Nos hizo querer más. ¿Cuántos no quedamos deslumbrados con las peleas de naves de Star Wars? ¿Cuántos no nos deslumbramos al ver el legendario video Take on Me, de A-ha con su acabado de cómic?
Esas experiencias se nos quedaron grabadas. Y nos hicieron decir a muchos “yo quiero dedicarme a ello algún día” (al menos así fue en el caso de su servidora) e hicieron que muchos de mi generación y las venideras quisieran dibujar, modelar 3D, crear videojuegos, escribir, fantasear, etc.; y acabáramos trabajando en esto. Otros, aunque hicieron sus vidas como adultos, siguieron coleccionando figuras o jugando rol, siguieron perpetuando esta afición de un modo u otro dentro de sus vidas al tiempo que llevan una vida funcional. Y otros más, menos afortunados, no tomaron a bien el crecer y perpetuaron actitudes infantiles y de niño berrinchudo, a pesar de haber crecido. Muchos no salieron de casa de sus papás, otros se hicieron introvertidos y apocados, pero sin el talento para la tecnología de los nerds originales, y sólo se quedaron como “clavados” de su amada afición, sin llevarla a algo profesional, sin vivir y tomarla como parte de su vida y sí en cambio, modificándola negativamente. Estos últimos son los tan deleznados “ñoños gordos” que crean el estereotipo negativo del “geek”.
Los 90 y el boom de la diversidad
Sin embargo, pese a que vivimos una infancia de rechupete, la entrada de los años 90 con el grunge y el industrial no vio con buenos ojos que los ahora adolescentes siguieran con sus “cosas de niños”, por lo cual muchos pasamos a un cierto grado de clandestinidad, leyendo aún los cómics que lograban llegar, y volteando a ver “las caricaturas japonesas”, que en México tuvieron un fuerte despegue.
La llegada de una nueva rama con el boom del anime.
Ahora las cosas habían cambiado. Ranma 1/2, Saint Seiya, Sailor Moon y varias más estaban entrando con una fuerza mayor que sus predecesoras de los 80 (que ya habían dejado una huella en el imaginario colectivo). Comenzaron a salir los fanzines del tema. Así nos enteramos que no eran “caricaturas japonesas”, sino “anime” (sin acento en la “e”, por favor) y que no eran “cuentitos”, sino “manga”. Se comenzó a gestar otro tipo de fan: el otaku. Y repuntó una nueva afición: el cosplay. Había llegado una nueva generación de fans. Y así el ecosistema geeky comenzó a tener mayor relevancia.
Comenzaron las facciones. Los fans del cómic americano no vieron con buenos ojos a estos chicos de cabellos de colores pastel y orejas de gato, los tacharon de “bobos” y “vírgenes”. Y los otaku a su vez contraatacaron. Mientras, en TV y puestos, los títulos brotaban junto con algo que era nuevo: la aparición de materiales eróticos en cómic. Algo que Europa tenía muy bien manejado desde los 60, pero que Japón supo darnos de mejor manera, con parodias de los personajes más populares. Fue cuando editoriales mexicanas como Editoposter decidieron hacer su propia versión “a la mexicana” de estos mangas y crearon una plataforma donde varios dibujantes con influencia manga hicieron su debut profesional (su servidora entre ellos).
Al par de las publicaciones pro anime/manga; las tiendas especializadas de cómics hacían lo suyo y vendían a público cómics de importación no sólo de superhéroes, sino europeos, latinoamericanos, orientales, juegos de rol, revistas especializadas, pósters, libros, etc. Esto hizo que el panorama se ampliara para los fans, ayudado por algunos programas de radio que comenzaron a brotar en la década, siendo Cómic Quest en el 98.5 el más completo en temáticas e información.
El surgimiento del “poser”
Sin embargo, pese a ya estar asentado como un gremio dentro de la sociedad, este medio aún se mantenía en cierto nivel de hermetismo y clandestinidad. No todos querían entrar en él y no era algo del todo bien visto, ya que los padres lo consideraban una pérdida de tiempo y la gente más social, algo que quitaba puntos de atractivo. Por ende, se seguía viendo al “ñoño” como un ser inmaduro que perdía el tiempo en “sus tonterías”.
Hasta que salió The Big Bang Theory y las películas de Marvel.
La serie reportó altos índices de rating. La gente quedó fascinada con el comportamiento déspota e irónico de Sheldon; a eso aunamos que en 2008, Marvel comenzó su campaña más ambiciosa de la vida: llevar a sus superhéroes a la pantalla grande del modo más fiel posible.
Ese año, Iron Man fue la primera película del MCU. Y fue un golpazo. La gente había quedado fascinada. Pero para entonces, Internet ya estaba establecido en la vida de la gente, con lo cual todos comenzaron a compartir y globalizar la información.
Pero el boom final estaba por venir.
La maquinaria geeky se puso en marcha
La década siguiente fue la que detonó todo como una moda. Las películas de Marvel sentaron un precedente y todo mundo quiso imitarlas. Comenzó la compra de Disney de cuanta empresa pudiera para acaparar mercados, las películas de Hollywood comenzaron a usar los cómics como combustible para guiones, a quemarlos, a sacar una tras otra sin dar tiempo a que la gente asimilara o se encariñara con los personajes. Todo se volvió una vorágine geeky con un gran poder para generar ganancias.
De la noche a la mañana, todos aquellos que antes veían para abajo este mundo, se pusieron la camiseta y brotaron diciéndose fans del tema y expertos de toda la vida, todos resultaron expertos y “ultra geeks”. Y comenzó la desinformación, las noticias falsas o tendenciosas, el clickbait, una película tras otra. Y a base de la exigencia de tener 3 películas del tipo por año, la calidad comenzó a decaer. Eso, aunado al surgimiento de grupos de Justicia Social, que comenzaron a hacer que los guiones de estas películas sufrieran cambios drásticos e innecesarios en la concepción de sus personajes y en sus guiones. Poco a poco, las historias comenzaron a pasteurizarse, a ser “más para la familia”, “menos agresivas”; “más inclusivas”, “más suaves”.
Y los que eran fans desde tiempo atrás dejaron de emocionarse ante tanta saturación y falta de calidad.
El mundo cambió para felicidad de todos los Geeks
Así, llegamos a la época actual, casi al final de una década, donde ser un “geek” o tener gusto por las cosas geeky ya no es cosa fea ni mal vista. Ahora es un orgullo que no requiere esfuerzo alguno ni conocimientos en informática o ciencias. Ahora todos dicen ser “nerds”, “geeks” o “geeky”. Es algo nice, de moda, lo ultra de lo ultra, lo original, único y diferente. Pero no es lo mismo decirlo por moda que vivir en esto.
Y es que como dije al inicio, este es un modo de vida. Es algo que te gusta y te apasiona de un modo u otro. Lo comes y lo vives. No se hace por impresionar a nadie ni por ser popular en redes sociales. Simplemente es por gusto. Porque te agrada. Serlo, aunque tengas poco tiempo de haber entrado, te causa curiosidad por saber qué hay más allá de las películas, de hallar un mundo completo. No todo el entorno geeky es Marvel vs DC, no todo es Dragon Ball, Game of Thrones y Pokémon. Hay mucho más. Hay cómics de todo tipo, de todo el mundo: coreanos, argentinos, españoles, italianos, franceses, británicos, chinos, tailandeses, mexicanos… hay juegos de rol, hay películas poco vistas con grandes guiones, hay nuevas series y nuevos clásicos como Stranger Things o remakes bien hechos como Voltron, hay manga, hay anime, hay webcomic, webstrips, películas… ¡todo ha crecido y se ha expandido al mundo!
Lo Geeky es lo de hoy!
No todo es malo en esta globalización. Ahora todo lo geeky está al alcance. Como es una moda fuerte, las licencias de cómic se pueden comprar fácilmente, igual que el merchandising, que se halla en cantidades nunca vistas antes. Es una época dorada en cierto modo. Pasamos de lo clandestino a la cima. Y sí, con ello vino una horda de gente zombie que se cree experta y que son desinformadores y conflictivos a veces… pero cuando pase la moda se irán y se quedarán los que aman este mundo, sean nuevos o veteranos.
Por ello, no tengo qué decirles “qué es ser geek o geeky”. Ustedes saben si lo son o no. En su corazón, saben si aman este mundo o sólo están de paso. Sea como sea, disfrútenlo. No se claven en las etiquetas ni la popularidad. Como dijo un amigo del gym: “a darle, porque esto se disfruta”.
Amé cada parte de tu reseña, ya comence a seguirte por todos lados