En los años 90 gran época para todo geek,nerd y similar, que junto con la Muerte de Superman, vino una oleada de dibujantes mexicanos que quisimos hacer nuestro propio cómic y corrimos a buscar el modo de mostrar lo que teníamos para que el mundo nos leyera. Vino una época de toneladas de fanzines, cómics de autor y “Números 0 de colección” que tenían 3 estructuras muy marcadas:
A) Eran clon del cómic gringo de moda. En este caso, de X-Men, que estaba muy en boga.
B) Eran clon del manga de moda: Saint Seiya, Dragon Ball, Sailor Moon, etc.
C) Querían meter temas mexicanos, pero no sabían cómo anexarlos a una buena historia.
Y usualmente, este último tópico se mezclaba con los dos primeros. Teníamos así, cientos de títulos “totalmente originales” que no eran sino los X-Men, Punisher, Saint Seiya o Dragon Ball pero con trajes aztecas, mayas, de luchadores, de mariachis o uniformes de secundaria diurna.
Poco a poco, estos cómics, que no tenían el dinero o el tratamiento adecuado para sobrevivir, fueron cayendo y no solían pasar del número 2, a excepción de “Meteorix 5.0” y “Tetsuko, la chica de acero”; que se publicaban de modo formal por editoriales y que rebasaron los 50 números con un aceptable y nada despreciable número de ventas.
Pero después, volvió el silencio.
Y con ello, los debates eternos en el naciente Internet: ¿Acaso México no tenía potencial como sitio para que se desarrollara una historia interesante? ¿Cuál era el problema, que simplemente una historia desarrollada en México, hecha por mexicanos, parecía tener como destino el fracaso?
Comenzaron a nacer producciones mexicanas hechas en México que intentaron revalorizar este tópico, como “Nikté”, “La leyenda de la Nahuala/el Chupacabras, el Charro Negro, etc.”, o “El secreto del Medallón de Jade”. Sin embargo, estas animaciones iban más enfocadas a un público infantil y solían tener sus deficiencias que con el tiempo han ido puliendo.
Finalmente, este octubre, Netflix estrena Seis Manos, una producción con una marcada influencia de anime y de las animaciones de DC, que se desarrolla en el México de los años setenta, teniendo como protagonistas a tres jóvenes mexicanos.
En un pueblo del Norte…
…Asumimos que es del Norte, dado el estilo desértico del paisaje y de los edificios, parcos, coloniales, pero de poca ostentosidad, viven tres jóvenes: Isabela, Jesús y Silencio, quienes entrenan kung fu en una preciosa propiedad llena de jardines zen, de la cual es dueño el Maestro Chiu, un hombre de profunda sapiencia y técnica devastadora. San Simón es un pueblito tranquilo, bonito, de ésos donde nunca pasa nada. Y a la oficial García esto parece resultarle un incordio. Ella sueña con que haya acción en su vida.
No debió desear eso.
“El Balde” es uno de los más temidos narcotraficantes de la zona. Buscado por la DEA y las autoridades mexicanas, este temible narco posee en su poder una sustancia de origen místico capaz de trastornar a las personas o animales y convertirlos en dementes demonios sedientos de sangre capaces de regenerarse de casi cualquier daño. Y en siguiente objetivo a conquistar de este señor de la droga es justamente el pueblecito de San Simón, en el cual hay algo que él necesita con urgencia. Así, manda a sus compinches, transformados en demonios, en busca de aquel a quien llama “El Señor de san Simón”. La masacre no tarda en darse. Primero con un demonio suelto que llega a la propiedad Chiu y tras una desigual batalla, lo asesina. Después, cuando “El Balde” (que supongo que más bien quisieron decir “El Calvo”, dado que eso significa la palabra “bald” y el personaje es calvo) envía a sus demonios.
Y a partir de ahí, el mundo que conocían los tres jóvenes se derrumba sin parecer tener control. El pueblo apacible descubre oscuros secretos, el maestro Chiu parece haber ocultado algo a sus alumnos, algo que lo relaciona con El Balde y con magia negra. El mismo Balde posee sus oscuros y tétricos secretos que irán saliendo a La Luz conforme la historia avanza.
México a través de los ojos extranjeros
Queda muy claro que los extranjeros nos ven de un modo específico. Esta animación lo deja muy claro. México es, a ojos del mundo, un desierto lleno de cactus y nopales donde hay pueblitos pequeños y donde, con filtro de cámara amarillo, la vida sucede a ritmo de música inspirada en la de Ennio Morricone para los espagueti western de los años setenta. Sin embargo, pese a esos clichés, “Seis Manos” nos cuenta una historia violenta, interesante, llena de sorpresas, golpes y sinsabores. En el primer episodio aparece un niño, llamado Domingo, al cual, de sólo verlo, el público le coloca el título de “chico superheroico que despertará un poder místico para salvar al mundo”. ¡Y nada! Es quizás la primera sorpresa que nos da esta animación, un golpe contundente que nos dice “voy en serio” y nos espabila para ponerle atención.
Los personajes hablan en español y frecuentemente, aunque sin exageración, dicen alguna mala palabra cuando la ocasión lo amerita, sin caer en el exceso. El elemento estadounidense nos lo da Luke Cage… digo, el oficial Brister, de la DEA. Un enorme negro con toda la actitud de los años setenta, harto del racismo, que es enviado a México a investigar a “El Balde” y que se halla enteramente fuera de su elemento, sin hablar español y teniendo como compañera a la oficial García, una policía que también ha sufrido la discriminación por ser mujer. Juntos se vuelven el Brazo de la ley que apoya a los tres huérfanos en su búsqueda por la verdad y la venganza.
Los protagonistas son 3 ángulos de la misma superficie: Isabela es racional, líder, competente y trata de llevar las riendas de la situación a pesar del dolor de haberlo perdido todo en un solo día; Jesús, el gordito, es un bonachón al cual la pérdida lo lleva a beber cada vez más desmesuradamente, mientras que Silencio, quien lleva ese apodo por ser mudo, lleva consigo un dolor enorme que no puede canalizar ni superar y eso hace que en ocasiones actúe de modo inmaduro, impulsivo y violento, siendo el primero en tomar vidas enemigas sin el menor remordimiento.
Ahora, el análisis…
Seis Manos y las Voces
Adecuadas, bien llevadas, sobre todo Danny Trejo, quien interpreta -como debe ser- al villanísimo Balde, que poco a poco se da a temer y odiar; si dije que Brister es Luke Cage no es sólo un decir, ya que es Mike Colter (el Luke Cage de la serie de Netflix) quien lo interpreta. Vemos a dos mexicanas en el reparto: Aislinn Derbez (hija del infame Eugenio) como Isabela y a Angélica Vale como la teniente García. Y cosa es de decir que al menos en inglés la voz de ésta última no se oye tan horrendamente de flojera como sus anteriores trabajos de actuación de voz.
La Animación está a la altura de la exigencia
Netflix puso la carne al asador, dejando en Seis Manos una animación muy bien llevada. Muy adecuada, con escenarios de impecable trabajo, una paleta de colores cálida e intensa, donde vemos a mexicanos de piel morena; como somos, no rubios forzados como las telenovelas o comerciales nos dicen. Las escenas de pelea están muy bien coreografiadas, con movimientos coherentes y bien llevados. Los diseños de personajes son adecuados. Ni hipersexualizados ni desagradables por inclusión. Hay una diversidad de personalidades y cada uno aporta su granito de arena a la trama.
La música, un complemento que no dejarás pasar
Muy en el estilo de lo antes mencionado. Una mezcla entre la influencia de Morricone, las películas de Tarantino y/o Robert Rodríguez o videojuegos como Red Dead Redemption forman una agradable mezcla en Seis Manos. Un soundtrack con aires setenteros que refleja mucho de cómo nos ven en el vecino país del norte. Otro acierto para Netflix.
Seis Manos lleno de pequeños detalles, sutiles pero adecuados
Seis Manos está lleno de detalles unos muy buenos y otros algo pifiados. Los vestuarios están correctos. De inmediato remiten a los años setenta y a la época cuando en los pueblos la gente usaba pantalones acampanados mientras oía a Rigo Tovar. Hay algunos cameos simpáticos (no se pierdan la mini aparición de Alucard); otros detalles están fuera de época, como los modelos de taxi en cromática verde y gris o como la mención del Chupacabras, que surgieron y existieron en los años noventa, no en los setenta.
Y entonces, ¿vale la pena verla?
Concluyendo…un punto más para Netflix
Sin duda sí, a pesar de sus baches. Netflix pudo colgarse un triunfo bien merecido. Eso sí, va a ser un golpe al ego del creativo mexicano, ya que han pasado décadas de intentos por hacer algo serio hecho por mexicanos que se desarrolle en México y los resultados siguen sin ser del todo óptimos. Puede que esto se lea como un “Carajo. Hasta los gringos hacen mejores cosas sobre México que los mexicanos mismos”. Pero “Seis Manos” no debe ser una espina que nos lastime, sino el destello que nos inspire. Si ellos pudieron, ¿por qué nosotros no? “Seis Manos” representa el sueño del autor independiente de los noventa hecho realidad. Todos soñábamos en ese entonces con ver nuestra historia convertida en una animación brillante como esta. Esa animación “seria” que se desarrolla en México ya salió. Y aunque tiene sus pros y contras, está ahí. No es del todo gringa. A pesar de poseer el apoyo de Netflix y Viz Media y de tener toneladas de mano de obra coreana, la historia es creación de Álvaro Rodríguez, primo del ya afamado Robert Rodríguez. En cierto modo, mano mexicana haciendo un guión desarrollado en México.
Ojalá “Seis Manos” sea la punta de lanza para que, poco a poco, con o sin ayuda de Netflix la animación mexicana pula sobre todo sus historias (que aún arrastran muchas deficiencias) y puedan lanzarse a competir como se debe. Y si bien no es obligatorio que una historia mexicana se desarrolle a fuerzas en México, es una especie de espinita nacionalista que lleva clavada en el colectivo creativo del país desde hace décadas. Quizás es momento de preparar los proyectos y aventarse al ruedo en busca de calidad más que de cantidad.